Decía hace unos días Santiago Carrillo que la derecha y los obispos están como en el 36. Las reacciones a esta noticia han sido para desmentir esta impresión de Carrillo o bien para recordar al ilustre y docto comunista (hoy, como en el 36, en el PSOE) la matanza de miles de madrileños en Paracuellos del Jarama...
COMO EN EL 36.
Por F. Zalacaín
Decía hace unos días Santiago Carrillo que la derecha y los obispos están como en el 36. Las reacciones a esta noticia han sido para desmentir esta impresión de Carrillo o bien para recordar al ilustre y docto comunista (hoy, como en el 36, en el PSOE) la matanza de miles de madrileños en Paracuellos del Jarama. Reflexionando sobre sus palabras he llegado a la conclusión de que no le falta algo de razón. Pero no en el sentido que él quiso expresar. Hoy como entonces tenemos un partido de derecha (las derechas decían entonces) que mantiene un comportamiento de exquisito respeto a las instituciones y al régimen más o menos democrático que tenemos y que tuvimos mientras la izquierda desborda el ordenamientos constitucional como forma de perpetuarse en el poder. La Iglesia, y junto con ella los valores que representa y defiende, hoy, como ayer, asiste indolente a la persecución de la que es objeto a través de una legislación de excepción. Hoy tenemos la implantación de la asignatura de educación para la ciudadanía por la que se pretende erradicar la antropología cultural cristiana de la sociedad, en la segunda república asistimos a una persecución legal y al ejercicio de la violencia ya desde los primeros momentos del nuevo régimen para que “España dejara de ser católica”.
Cuando Carrillo habla de las similitudes con el 36 en realidad parece que esté formulando un deseo. Viniendo el comentario de quien viene casi suena a amenaza ¿Qué vamos a pensar, sino, del autor del mayor asesinato en serie de los últimos siglos en España, que ni siquiera ha reconocido su responsabilidad y mucho menos ha pedido perdón por ello?. A mi me da la impresión de que quien está igual que en el 36 es la izquierda, especialmente los partidos que conservan las mismas siglas. Sobre todo ERC y PSOE, ya que el PCE no era nada en el 36 ni lo es ahora. Están, igual que entonces en gobernar contra media España y dar salida legislativa a su sectario sentimiento contra la Iglesia y frente al hecho religioso.
Afortunadamente las similitudes que percibo sólo lo son en cuanto a la tendencia o al propósito no en cuanto a la intensidad ni en los efectos. Pero no deja de ser curiosa la aparición de ese infecto personaje para recordarnos todo aquello que no debe volver a ocurrir.
En realidad los ataques foribundos que recibe la Iglesia de los partidos de Izquierda y sus medios de comunicación afines, así como de la quinta columna que padecemos en el interior de la Iglesia no incitan directamente a la violencia. Directamente no, pero indirectamente quizás sí. Recordemos el caso del madrileño colegio católico Monte Tabor que durante meses sufrió el acoso mediático y político de la progresía madrileña que no escatimó en mentir y manipular para desprestigiar al colegio con más solicitudes de la comunidad de Madrid. Al final no consiguieron cerrar el colegio, pero sí sembrar el odio contra el colegio etiquetado como “ultra católico”, “ultra conservador” y “homófobo”. La consecuencia de ese linchamiento político y mediático fue el asalto que sufrió en dos ocasiones por un grupo de jóvenes que gracias a la intervención policial no pudieron consumar su propósito que no era otro que la destrucción del colegio. Curiosamente uno de los detenidos fue Lucas Barón, sobrino del dirigente del PSOE Enrique Barón. En este caso sucedió lo habitual en una campaña de agitación de la izquierda; los medios señalan y el descerebrado de turno incendia. Algo así como el agip-prop organizado entre el 11 y el 14 de Marzo de 2004 unos agitan y otros ejecutan el acto violento.
COMO EN EL 36.
Por F. Zalacaín
Decía hace unos días Santiago Carrillo que la derecha y los obispos están como en el 36. Las reacciones a esta noticia han sido para desmentir esta impresión de Carrillo o bien para recordar al ilustre y docto comunista (hoy, como en el 36, en el PSOE) la matanza de miles de madrileños en Paracuellos del Jarama. Reflexionando sobre sus palabras he llegado a la conclusión de que no le falta algo de razón. Pero no en el sentido que él quiso expresar. Hoy como entonces tenemos un partido de derecha (las derechas decían entonces) que mantiene un comportamiento de exquisito respeto a las instituciones y al régimen más o menos democrático que tenemos y que tuvimos mientras la izquierda desborda el ordenamientos constitucional como forma de perpetuarse en el poder. La Iglesia, y junto con ella los valores que representa y defiende, hoy, como ayer, asiste indolente a la persecución de la que es objeto a través de una legislación de excepción. Hoy tenemos la implantación de la asignatura de educación para la ciudadanía por la que se pretende erradicar la antropología cultural cristiana de la sociedad, en la segunda república asistimos a una persecución legal y al ejercicio de la violencia ya desde los primeros momentos del nuevo régimen para que “España dejara de ser católica”.
Cuando Carrillo habla de las similitudes con el 36 en realidad parece que esté formulando un deseo. Viniendo el comentario de quien viene casi suena a amenaza ¿Qué vamos a pensar, sino, del autor del mayor asesinato en serie de los últimos siglos en España, que ni siquiera ha reconocido su responsabilidad y mucho menos ha pedido perdón por ello?. A mi me da la impresión de que quien está igual que en el 36 es la izquierda, especialmente los partidos que conservan las mismas siglas. Sobre todo ERC y PSOE, ya que el PCE no era nada en el 36 ni lo es ahora. Están, igual que entonces en gobernar contra media España y dar salida legislativa a su sectario sentimiento contra la Iglesia y frente al hecho religioso.
Afortunadamente las similitudes que percibo sólo lo son en cuanto a la tendencia o al propósito no en cuanto a la intensidad ni en los efectos. Pero no deja de ser curiosa la aparición de ese infecto personaje para recordarnos todo aquello que no debe volver a ocurrir.
En realidad los ataques foribundos que recibe la Iglesia de los partidos de Izquierda y sus medios de comunicación afines, así como de la quinta columna que padecemos en el interior de la Iglesia no incitan directamente a la violencia. Directamente no, pero indirectamente quizás sí. Recordemos el caso del madrileño colegio católico Monte Tabor que durante meses sufrió el acoso mediático y político de la progresía madrileña que no escatimó en mentir y manipular para desprestigiar al colegio con más solicitudes de la comunidad de Madrid. Al final no consiguieron cerrar el colegio, pero sí sembrar el odio contra el colegio etiquetado como “ultra católico”, “ultra conservador” y “homófobo”. La consecuencia de ese linchamiento político y mediático fue el asalto que sufrió en dos ocasiones por un grupo de jóvenes que gracias a la intervención policial no pudieron consumar su propósito que no era otro que la destrucción del colegio. Curiosamente uno de los detenidos fue Lucas Barón, sobrino del dirigente del PSOE Enrique Barón. En este caso sucedió lo habitual en una campaña de agitación de la izquierda; los medios señalan y el descerebrado de turno incendia. Algo así como el agip-prop organizado entre el 11 y el 14 de Marzo de 2004 unos agitan y otros ejecutan el acto violento.
Afortunadamente frente a la siembra del odio se alza el gigantesco ejemplo de perdón y reconciliación de nuestros mártires recién beatificados. Ojalá que el ejemplo de los mártires nos sirva a todos para lograr una sociedad más tolerante en la que se favorezca la libertad y la convivencia de todos.
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He elegido la foto de Carrillo en su investidura como doctor como contrapunto a la beatificación de los mártires. La Iglesia beatifica a sus mártires que murieron inocentes dando testimonio de la fe y perdonando a sus asesinos. La izquierda también beatifica a uno de los suyos. ¡Qué diferencia!
He elegido la foto de Carrillo en su investidura como doctor como contrapunto a la beatificación de los mártires. La Iglesia beatifica a sus mártires que murieron inocentes dando testimonio de la fe y perdonando a sus asesinos. La izquierda también beatifica a uno de los suyos. ¡Qué diferencia!