Continuando con mi artículo anterior. Enrique Bacigalupo me ha facilitado acabar la reflexión sobre la liquidación del régimen de 1978.
El fallo por el que se anula la sentencia en la que se condenaba a los policías que practicaron detenciones ilegales a militantes del PP acusándoles falsamente de agredir al ministro Bono, unido a la irregular forma en la que se ha notificado el fallo sin comunicar la sentencia, es otra manifestación de la corrupción que corrompe todo el sistema.
Esta nueva prebacigalupación nos recuerda a todos en manos de quienes estamos y de paso lanza un mensaje de tranquilidad a los implicados en el caso del Bórico y en los casos que podrían abrirse después de la sentencia del 11M.
No sé si ya hemos entrado en una situación en la que esté justificada la desobediencia civil, pero esta sentencia nos deja más cerca.
Pero claro ¿Quién ha oido hablar de Bacigalupo? ¿A quién le importa la argumentación, desconocida todavía, de esta sentencia? Pues debería importarnos a todos porque el caso Bono es el episodio en el que más clara se ve la vocación totalitaria del gobierno que padecemos. Detener a dos honrados ciudadanos, habiendo pruebas de su inocencia, por el mero hecho de ser militantes del PP, es algo muy serio.
Si, muy cubano. Pues eso
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He encontrado esta escultura de la Justicia. Representa bastante mi opinión sobre todo esto. Le han quitado la venda de los ojos y la han dejado en bolas.
