lunes, 18 de junio de 2007

Yo estuve allí



Yo estuve allí.

Ayer en Barcelona ocurrió algo importante. José Tomás volvió a los toros.

La de ayer fue una tarde excepcional, de esas que se recordarán siempre. Después de casi un cuarto de siglo, 20.000 personas llenaron la plaza de toros Monumental de Barcelona pasando por delante de una manifestación antitaurina, tipo piquete informativo, que tuvieron la gentileza de informarnos de que, según ellos, éramos unos asesinos.

No les voy a contar los detalles de la corrida. Sólo quiero intentar comentarles dos impresiones. La emoción. Eso es lo que viví ayer en la faena del 2º toro de Tomás, una profunda emoción. En medio de un silencio que sobrecogía, José Tomás con ese estilo tan suyo, toreando al natural de verdad, pillando cacho, cruzándose, como si alguien hubiera conectado la moviola, pero no fue un efecto especial, sucedió de veras. El viva. En medio de esa emoción, de ese runrún al que suena el silencio en una plaza de toros, un espectador en los tendidos del 4 se levantó y gritó ¡Viva la fiesta nacional! Los 20.000 aficionados contestamos con un viva como entre susurros, como si temiéramos que el esfuerzo de contestar con un grito nos hiciera perder algún detalle o algún gesto irrepetible. Contestamos como Arcadi Espada cuando dijo viva España en el teatro Reina Victoria.

Sucedió, yo lo vi.

No sé si la tarde de ayer en la Monumental de Barcelona tendrá consecuencias en la historia del toreo o en la historia general, pero les aseguro que los 20.000 afortunados que tuvimos la dicha de contemplar ese espectáculo pensamos que habíamos asistido a un suceso histórico a algo importante en la Historia, aunque únicamente sea en la nuestra, en la pequeña historia de nuestras vidas.

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